DEMASIADO TARDE
¡Qué tarde ha llegado esa mirada de dulzor!
Ya mi sed se había agotado,
se había secado la fuente de mi necesidad.
Una loza fría cayó sobre mi corazón ajado.
Y esa mirada en aquella esquina,
llegó tarde como un tren en el ocaso.
Cuando el alma se congela
las miradas de miel ya no endulzan.
Pasan como pájaros grises
que regresan
de un ayer lleno de sombras.
INGRID ZETTERBERG
De mi poemario
"El vuelo de las golondrinas"
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