CHÖKA NRO. 7
Mi suave niña,
posada cual paloma
entre el poniente
y las danzantes aguas
te habla el silencio.
Tu inocente pureza
de luz perlada
enciende mi cariño,
mi dulce nieta.
El cantar de gaviotas
arrulla tu alma
en el atardecer,
mi niña hermosa.
Pero tú sigues triste,
como esperando
tu muñeca perdida
entre las aguas.
Pronto será de noche
pequeña mía,
y verás los luceros.
Vamos a casa
que mañana quizás
el mar te entregue
tu muñeca preciada
y en la orilla aparezca.
INGRID ZETTERBERG
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